jueves, 3 de junio de 2010

sábado, 14 de noviembre de 2009

domingo, 4 de octubre de 2009

Charles Baudelaire

A menudo también del vino he demandado
Que aplaque por un solo día mi terror. ¡Pero el vino
Torna el mirar más claro y el oído más fino!.

martes, 15 de septiembre de 2009

la inconcebible paz del atormentado,
la imprudente ebriedad del fugitivo.
el aliento en la nuca
y el tic tac eterno...
la muerte

jueves, 23 de julio de 2009

Mojo la mano en el aceite hirviendo
Hoy no siento el reflejo de sacarla.
El dolor insoportable
Me hace desviarme por unos segundos
De la pesadez de mis pensamientos actuales.
Me gusta.
Me hundo un poco más
Muñeca, antebrazo, codo
Hasta el hombro, el cuello
Y una oreja
Me siento cómoda
Asi que opto por sumergirme
Entera, toda
Me estoy olvidando
Me olvido
Chupo la grasa del refrito
¡Qué placer indescriptible!
Bueno, ya mucho más tranquila
Quedé reducida a mi calavera.

El reloj

¡Reloj! Dios espantoso, siniestro e impasible,
Cuyo dedo amenaza, diciéndonos "¡recuerda!"
Los vibrantes dolores en tu asustado pecho,
Como en una diana pronto se clavarán;

El placer vaporoso huirá hacia el horizonte
Como escapa una sílfide detrás del bastidor;
Arranca cada instante un trozo de delicia
Concedida a los hombres en su época mejor.

Tres mil seiscientas veces cada hora, el Segundo
Susurra "¡Acuérdate!" -Con voz vertiginosa
De insecto, Ahora dice: "¡Heme otra vez aquí
Ya succioné tu vida con mi trompa asquerosa!"

¡Remember! ¡Esto memor! ¡Pródigo, Acuérdate!
(Mi garganta metálica toda lengua conoce)
Ganga son los minutos, ¡oh, alocado mortal!
Y no hay que abandonarlos sin extraer su oro.

Acuérdate: es el tiempo un tenaz jugador
Que sin trampas te vence en cada envite. Es ley.
Decrece el día, la noche se aproxima; ¡recuerda!
Es voraz el abismo, se vacía la clepsidra.

Pronto sonará la hora en que el divino Azar,
O la augusta Virtud, tu aún intacta esposa,
O el arrepentimiento (¡Oh, esa posada última!)
Todo te dirá "¡Es tarde! ¡Muere, viejo cobarde!"

Charles Baudelaire

Lo Fatal

Dichoso el árbol
que es apenas sensitivo,
y más la piedra dura,
porque esa ya no siente,
pues no hay dolor más grande
que el dolor de ser vivo,
ni mayor pesadumbre
que la vida consciente.

Ser, y no saber nada,
y ser sin rumbo cierto,
y el temor de haber sido
un futuro terror...
y el espanto seguro
de estar mañana muerto,
y sufrir por la vida
y por la sombra
y por lo que no conocemos
y apenas sospechamos,
y la carne que tienta
con sus frescos racimos,
y la tumba que aguarda
con sus fúnebres ramos,
y no saber a donde vamos,
ni de donde venimos...!

Rubén Darío